domingo, 10 de marzo de 2013

Nacimiento



¿Quién eres?
-pregunta el alma pura de los chinelos-
¿Por qué has venido aquí?
¿Existe tierra más sagrada
que la que se evapora
en el diluvio frente al mezquite?
¿De qué hemisferio nace el sol que
fue sembrado en tu corazón?

Yo intuyo
Bajo el alarido de la noche
Y la mortaja del quetzalli
Que naciste en el tiempo
de los latidos del mundo

Espíritu que trasciende
Viste surgir montañas y riachuelos
Y no te detuviste nunca
ante la agonía de
un futuro árido
y silente





Performance en el Día Internacional de la Mujer



Recibí una invitación de mi talentosa amiga Nidia Barajas, para participar en un evento multidisciplinario, dentro de las conmemoraciones por el Día Internacional de la Mujer, que se realizaría en El Lugar del nopal. Escribí este texto:   

Tenemos derecho
Tenemos derecho a ser
Tenemos derecho a ser felices
A encontrar la felicidad en una frase escrita
en la hoja del tiempo
La felicidad en el ojo abierto de un orgasmo
La felicidad en el cultivo de un millón de versos
sobre la tierra de mis sueños
Encontrar
La felicidad en el exilio del mundo
La felicidad en colocar flores sobre la tumba de mi cuerpo
Mujer-agua
Flores
Cuerpo
Tenemos derecho a ser-estar
En nuestra mente
Ser-estar en nuestro cuerpo
Tenemos derecho a reconocer nuestro cuerpo
A escribir en nuestro cuerpo
A vivir de nuestro cuerpo
Tenemos derecho a vivir
TENEMOS DERECHO A VIVIR  
En mi pecho vive un ave
Vuela, se anida, vive dentro de mí
De mi vientre nace el fuego
Soy la deidad del arcoíris del mundo
Me han mutilado el ala izquierda
De mi sangre corren dos lobas bajo la lluvia
Dos lobas me habitan
Mientras me mojo
Adentro
de mí la noche
Yo nací de la noche
Yo soy la noche
Dos lobas bajo la lluvia
Tenemos derecho a ser

Estoy tejiéndole una falda al rio, con mis cabellos, para caminar en la penumbra por su señuelo. Yo camino rumbo al ojo de agua, dentro de mi hay círculos, todo gira. Todo se evapora, mi mente se nubla y es sepia el color de mis pensamientos. Voy arrastrando los pies y los cantaros de milpa, con el sonido le canto al monte al anochecer, le canto con mi voz aguardiente y temblorosa, porque anochece y estoy tejiendo. Tengo un palo de lluvia y me siento invertebrada, le canto a la tierra que piso, abrazo la tierra que piso, le imploro me regale la luz del sol, yo le ofrendo mi canto, mi palabra. Ya no hay rio, ni hay pesebres, ni cantos, ya la noche es un halo púrpura que se deshace. Guardo mi voz en una gota de rio, mi voz.

Todo está vivo alrededor, todo cuanto veo, toco, olfateo, todo cuanto siento y cuanto presiento, todo vive ahora.





8 de marzo. Fotos por Oralia Rodriguez





 

De lo que será: Relatos Póstumos.

Hace unos meses me encontré con la escritura de una mente que detona en una elipsis del espíritu, que flota genuina y a la vez profunda; una escritura catatónica, que siente y presiente el aura avasallante del mundo, y lo expone. Se trata de Virginia Woolf, perteneciente al “Bloomsbury Group”, y precursora de una escritura experimental, sin someterse al canon estético de su época, que decidió terminar con su vida sepultando su cuerpo en las aguas del rio Ouse, cerca de Londres.
Caigo en cuenta de que como Virginia, son otras las escritoras y artistas suicidas, sobre todo de la época moderna hacia nuestros días, que me han inspirado en los últimos seis años, y me confrontan con la necesidad de crear, y de vincular la poesía, no solo con otras formas de crear, sino con un modo de vida, con una visión del mundo, que es a su vez la recreación de nuestro espíritu.
Para todas ellas, he decidido comenzar con el viaje inhóspito de la creación de un libro que estoy segura, me llevara por las propias grietas de mi sombra, de mi entendimiento, su nombre: Relatos Póstumos.
Alejandra Pizarnik, Francesca Woodman, Virginia Woolf, Alfonsina Storni, Ana Mendieta –y las que me encuentre en el camino-, son algunas de las mentes lúgubres, pero apasionadas y con un lenguaje desencadenado a las que rendiré un homenaje póstumo. Y visto desde una mirada causal, es definitorio lo que estas mujeres tienen en común: desde posturas filosóficas, la relación con el cuerpo, con la naturaleza; la náusea de padecer una época en el detrimento del ser. Mujeres que se perdieron en su propia sombra, pero que dejaron un eco de su existencia a través de su obra.








Para amenizar:





Prohibido cerrar los ojos

Existe un dilema constante en mi vida, incluso cuando siento la necesidad de tomar una pluma y comenzar a escribir, me pregunto dónde está la tinta negra. No quiero azul ni ningún otro color. El negro me gusta. Pinta una profundidad en las palabras y es como si fuesen pantanos vistos desde la punta del árbol de mis ojos.

Caminaba encubierta, sigilosa, pensativa, con mis gafas oscuras. Segura y decidida pues para días como estos, donde la incertidumbre causada por los males de la mafia institucional provoca malestares impredecibles, hay que mantener la actitud correcta. Caminando por la Avenida Revolución, justo frente a la entrada a la plaza del mismo nombre, pensaba en el valor comercial de las artesanías, los mexican curios; en el paso lento de la renovación de la que fue la primera avenida de la ciudad. Un hombre me intercepta, mi pensamiento se vuelca y rebota en el pavimento. Me habla. El hombre me habla, me pregunta: “Ya no abrieron, oiga?”. Inmediatamente reconozco su rostro. Se trata de un vendedor. Me ha recordado de los días en que abría la librería infantil, en donde con frecuencia, en el transcurso de las horas llegaba a tener uno que otro visitante. Mis diálogos con el vendedor, casuales y efímeros, se remitían contantemente como a una búsqueda utópica, perpleja. “Donde está la gente?” –vacilábamos-. A su pregunta, le respondo que ha debido cerrarse por falta de dinero para pagar la renta. Me despido y le deseo buen día. Sigo caminando y tomo un taxi. Pienso en cómo las cuestiones económicas están intrínsecamente ligadas a la dinámica social, colectiva. Es difícil no detener la vista. Incluso cuando veo a un hombre con aspecto de migrante corriendo en sentido contrario al tránsito, en plena vía rápida. No yendo de un extremo a otro, sino nadando contra corriente. Con-tra-corrien-te. Esas imágenes. Son como rayos catódicos infiltrándose en mi cerebro, y no quiero agachar la mirada ni pasar inadvertida, quiero re-conocer. Y para ello hay que mostrarnos reales, completos. Coexistir. Dejo de escribir con la tinta negra que tanto me gusta, y leo un sticker pegado en uno de los asientos del taxi con una leyenda que dice: “Prohibido maquillarse los ojos dentro del taxi”. Sonrío, pienso en los motivos diversos por los cuales se encuentra ese sticker ahí. Entonces, concluyo mientras observo un lado de la ciudad, que para toda limitación, para cada prohibición siempre, siempre hay una posibilidad…


Poema sin nombre para Gerardo Grande

(escrito en octubre de 2012)



I
Un disparo
        Dos disparos
                Tres disparos
(Los disparos son como huesos perecederos en la memoria, como un crepúsculo opaco que tintinea con el humo de tu cigarrillo)
Ahí estás
Con tus gafas oscuras, el glam destruction y tu juventud

II
No hay mejor inicio
en la historia de dos amigos
Que conocerse en una isla
a la cual han llamado
La isla de los poetas
¿Recuerdas, Gerardo?
Cuando fuimos nativos
en tierra de milpas y aves
y decidimos proyectarnos ante la noche
Encendimos las palabras
y la hierba
Sobre las mesas
las Ballenas
Al fondo
Acordes de un pescador
y sus cuerdas de caña húmeda
Círculo de luz paralizado
Flotante
Vibró

III
Algo vibró
En nuestros instintos
Es por ello que quedaremos incrustados
como caracolas blancas
También doradas
Reminiscencias
en cada uno de los barquitos
que imaginaste
mientras arrojábamos piedras
a la bahía
Escamas
para formar un camino
hacia la luna roja

IV
Luego re-nacimos
durante las vacaciones del 2011
Nuestra sonrisa
Como la de un dragón
colgante del barrio chino
A nuestras espaldas
La Alameda
Y así íbamos cantándole al cielo
Mientras un cigarrillo
        Dos cigarrillos
                Tres cigarrillos
C
   o
      n
         s
           u
             m
                i
                  é
                     n
                       d
                         o
                           s
                             e
Así la vida
La presencia de la droga más hermosa
Inyectada en este campo minado
que es nuestro corazón

V
Mientras tanto
Yo le rezaré a los astros
Y a los gatos negros:
        Antes de apagarnos
        Mejor explotar
Y repetía tus versos
Y los de los poetas
que son como
niños de papel
tomados de las manos
Para caminar hacia lo desconocido
cual ejército de soñadores
En la Avenida Madero
En el Zócalo
En las faldas del volcán
En el espacio escultórico
En la estación Xola
En Las Escaleras
En la línea azul del metro
En el relámpago que me azotó
por vez primera

VI
Desperté en una azotea
de Coyoacán
con paredes de graffiti
        stencil
Cantos religiosos
que apuñalan el inconsciente
Y lo sucedido fue
como si hubiera saltado
por los tejados
del Distrito Federal
escondiéndome de mi sombra
Corrí
Queriendo invocar
la lluvia
        “ “ “ “ “ “ “
                 “ “ “ “ “ “

y mi alteridad
Así nada más
Corriendo
Tal cual un ser iracundo
Como el mío

VII
La ciudad nos recibió
Con truenos e inundaciones
Climáticas
Mentales
La Víscera relámpago
Fue
Como el preludio
de que amaneceríamos
con una sobredosis poética
Yo te vi bebiendo
        Y bebiendo
                Y bebiendo
Con lentejuelas en los ojos
Y la pulsión de los cuerpos
Devastados por la
sangre etílica
El corazón latiendo
durante la sístole
Rodeado por cráneos
de unicel
ofrendados a un ex-país
Por devastado y pútrido
Quería llorar y reírme
        en un solo gesto
Y en esa histeria
gritábamos como
jauría de poetas
        emborrachándose
Porque esa
Nuestra locura
La más lúcida imaginación
Nos llevará a reconstruir
        las ruinas
Aunque con ello sofoquemos
nuestro último aliento

VIII
Caminando por las calles
llenas de verde musgo
        del Centro de Coyoacán
Tan sólo obtuve
la certeza de que
despegaríamos hacía  los
cuatro puntos cardinales
Sin más brújula que
el viento
Y la intuición de
cuatro locos viajeros
sobre la carretera

IX
El bosque
Marihuana
Cielo despejado y silente
Nos conducimos por Pachuca
Escuchando a la Maldita
y a Black Sabbath
Y para ese entonces
El camino fue como una
ceremonia de hermandad
Nada extraordinario
Para la ambición de los
cadáveres de la vida insomne
Y sin embargo
Íbamos nosotros
Tan grandiosos
Afortunados
Bellos
Como leones cazando
su propia rebeldía
Sobre la autopista
rumbo a Real del Monte

X
Nos hablabas de
la explotación minera
La pulquería
Y el panteón inglés
Historias de pasión
y culto a la memoria
Por la pura alegría
de nuestros corazones
De pronto
        El viento
Una emanación desde lo alto
        y profundo
Tras la vereda
Entre los arbustos
Una densidad que aplastaba
hasta el lejano
canto de las aves

XI
Caminamos
        Caminamos
                Caminamos
Leímos sobre
calles empedradas
por la vereda
Nos encontramos frente
a la puerta del panteón
En la punta del
bosque de oyameles
Árboles colosales
Que eran como
espíritus de gigantes
y siglos de vestidura
Silbidos
Una energía haciéndose
Remolino hacia las nubes

Profanamos
No las tumbas
Sino la idea de ecoturismo
Y la fotografía posada
para el diario de la región
Y continuamos leyendo
sobre la tierra mojada
Las hojas secas
Todo lo que ofrecimos
fue nuestra vitalidad
Porque ésta última
Es el perdigón
de nuestro revólver
Disparamos el
hálito de nuestra inocencia
Mientras ofrendaste
la nariz de clown
a Ricardo Bell
Sucumbiendo en el
misterio de su tumba
y la alineación inversa
al ex-país que lo negó

XII
La alineación ocurriría posterior a los rituales Elephant Woman te acompañaría en el estallido de quimeras durante el Caracol Y por ello estábamos emocionados Pero no fue así Pero nada ocurrió La causalidad abrió un hoyo negro en la penumbra Recordé cuando quisiste escapar de la muralla de ceniza y ocre Obtener una beca de algún premio nacional y vagar vagar vagar a la deriva  Insospechadamente Hasta que el sol se expandiera a la finitud o se te derritiera la mirada fumando un puro Pero esos días vendrán con el más simple y espontáneo deseo de incendiar las autopistas Las fronteras Porque la esperanza es esa pieza cruel que te seduce aun cuando no existe un Dios No hay ni habrá razón para dudar de la palabra de un amigo cuando lo fraterno pasa por encima de la rabia de unos cuantos Pues sé de tu espíritu vagabundo y de la nostalgia de sembrar semillitas en los corazones de las muchachas de piernas asesinas Sonreí junto a Silvia en La casa del túnel Con el júbilo de recordar a un amigo Un hermano que siempre te sostendrá la mano en la boca de cualquier volcán Y con la otra sostendrá un poema en llamas  Y el motivo de nuestra sonrisa fue saber que preferiste una armónica a un boleto de avión con dirección al norte Que quisieras dejar atrás el incendio de los salvajes y viajar a Texas para aprehender del folk y el blues más anti complaciente y eléctrico Nada es más reconfortante que un amigo rompiendo con sus propios límites Arrojándose a otros universos Pero en el patio inmenso que es nuestro camino Recuerda Gerardo La poesía nunca nos abandona Aunque a veces lo parezca Porque nuestros sueños Nuestra vida misma Es el poema más bello e imperfecto que se escribirá en el tiempo…