domingo, 23 de mayo de 2010

Art is not for artsy people

Poco tiempo hace que conocí ese callejón endeble y pasivo, en la Av. Revolución, el cual a pesar de mi constante contingencia y arranques nihilistas, sobre todo con tendencias nocturnas, no ubicaba. El peligro prefiero dejarlo en las notas amarillistas, esta ciudad es mía.
Me provocó algo la atmosfera del lugar, sin duda positivo. Pinturas, fotografías, diseños, libros, aroma a café. El ambiente nocturno no son solo antros, bares, discoteques, también hay arte, hay cultura, diversidad. Ni siquiera la imposición hollywoodense donde predominan las putas, los burros y la absurda fachada de pueblo decadente y tercermundista, merece un mínimo valor.

Mi última visita a este lugar resulto evidentemente deleitosa, y al deleite no me niego. Fría noche, gustosa llegue y justo a tiempo como es costumbre. Manuel Luna preparaba su recital y los músicos afinando tranquilamente. La armonía más tarde me trasladaba a un thriller, thriller jazzy night, con una fusión Salvadoreño- Tijuanense.
Lo cautivante no fueron los bellos poemas de Luna, ni las galantes melodías, fue la grata sorpresa al ver a un indigente caminar y detenerse al disfrutar al igual que mis sentidos, se acercó, tomó su lugar, prendió un cigarro y permaneció muy cerca de mí. Me dio gusto que en este espacio no hay cabida para protocolos sociales ni prejuicios.
Algo que se debería poner en práctica en cualquier lugar, sin exclusividades conservadoras; por el contrario, permitir familiarizarnos y salir de un sistema simbólico y mediático en el cual estamos atascados.
El gozo llego a su fin, no dude en saludar al culpable de mis estimulantes emociones y fue bonito descubrir que recordó un encuentro anterior, donde sus letras llamaron mi atención. Un ejemplo para la egomanía que deambula en su pretensión, vestida de cuerpo.