martes, 9 de agosto de 2011

Mis alas de fuego


“En las aguas profundas que acunan las estrellas, Blanca, y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos…” (Rimbaud)

En las noches cuando las lechuzas se trepan en el silencio y cantan sobre los secretos de lo imaginario  Los cenzontles me acarician el oído con sus ecos desde los sueños que me sacuden despierta  Me han nacido dos alas de fuego cósmico para reconocer a mis ángeles  Han brotado desde mis vértebras para danzar en la metamorfosis de la libertad  La transición deberá ser continua para evocar la plena existencia de mi alma ausente Comienzo a tragarme las lágrimas que no se reconocen ya dentro  Descubren que con un grito pueden romper la oscuridad de la luz para abrir un puente infinito Dejan de beber del vaso con clavos oxidados que cicatrizan la médula  Se me escurre le certeza de que he tocado tus manos de hielo  Van desquebrajándose hasta llegar a la impureza que desea volarse la memoria  Salpicar con nuevos recuerdos mi conciencia  Yo también he sembrado a mi padre en el vientre de la tierra  Voy a esparcir por el mundo la brisa de las palabras que inventaré  Arrojándolas al viento como burbujas  Florecerá su sangre como una cascada de pétalos rojos  De ti nacerán mis árboles de sonrisas  Su sombra será del tamaño de todas la aves del mundo y yo estaré danzando y mutando mi plumaje transparente  Yo comeré mi carne y cada que extirpe una parte de mi cuerpo nacerá un ojo  Yo comeré mis ojos y descubriré una onda sensorial como jamás haya imaginado  No será ya necesario invocarte a mis sueños porque nuestro lenguaje será telepatía  Cuando uno de los dos esté dormido vendrá el cenzontle y me dirá  Soatzin queman ticonitas tonatiu ica moyolo xiopaqui  Cantaré en lo más profundo de mi sueño  Cantaré junto a los alebrijes que te cuidan y pensaré  Si hemos de reconocer la materialidad también hemos de nombrar la muerte  La muerte existe porque matamos no porque morimos  El polen de mis flores se incendia en las olas del tiempo  Escurre en las raíces del inconsciente hacia la luz de un sol eléctrico  Para trazar nuevas calaveras de cristal que emergen de los mares Las olas hablan porque no hay temor  Tus fotografías se alejan en el mar oscuro y el saxofón que suena desde mi cabeza las incendia  Caen cientos de pedacitos como cenizas de ángel  En una lluvia de nieve los peces negros vienen desde el norte  El lugar de los muertos  Nadan hacia el oriente y cambian de color respirando el rayo rojo más intenso  Es el lado de la luz  La luz que los enciende como la única verdad que estalla desde otra galaxia Donde naciste por primera vez.