El cuerpo mismo sabe decir “yo”
[...]
El sentido común es lo que mejor
comparte el cuerpo.
Michel
Serres
Poco
se habla de la relación con el cuerpo y las ciencias sociales; de la capacidad
generadora del arte –en este caso de la danza- en la construcción de realidades
alternas que van constituyendo una identidad, sea esta personal o colectiva. Las
ciencias sociales han contribuido, aunque muchas veces en discordancia unas con
otras, a identificar las distintas significaciones del cuerpo, en tanto al
valor intrínseco con las representaciones simbólicas, sociales, políticas, culturales, biológicas. El
estudio del cuerpo sugiere pues, una perspectiva inter y transdisciplinaria.
Alexis
Jardines (2004), en su obra El cuerpo y lo otro, afirma que el despojo
y subvaloración del cuerpo constituye uno de los tres grandes ídolos que han
obstaculizado la comprensión del fenómeno humano.[1] De
esta manera, relacionamos lo que Russo concibe
“el arte como la construcción de mundos, y el cuerpo como el lugar de
existencia profundo”. Es decir, a través
del arte se generan dicotomías entre la relación biológica y social con el
cuerpo, o la incidencia del orden biológico para explicar lo social y cultural –o
viceversa- de la experiencia.
A
continuación, una entrevista realizada a la argentina Lucía Russo por Josefina
Camus, donde se plantean además de los temas introductorios desde su percepción y
experiencia en el mundo de la danza, la medida de la producción artística en Latinoamérica.
JC- ¿Puedes observar un cambio en las producciones creativas de
danza contemporánea en los últimos cinco años en Argentina?
LR-
Desde mi perspectiva, el cómo se está produciendo tiene que ver con muchas
cuestiones: entre ellas, las crisis económicas, que se re-contra refleja en la producción;
el que exista mucha gente dirigiendo y mucha gente haciendo danza. A partir de
la década de los noventas, se comienza a generar un movimiento a través de los
intercambios culturales; esto, gracias al nivel económico –estable- de esa época.
A partir del año 2001 sucede lo opuesto: ya no se accede directamente a las prácticas
culturales europeas; sin embargo el internet se vuelve una herramienta de
principal acceso a la información, y es permisible para la creación y producción
teórica, histórica; para los flujos,
intercambios, y la documentación entre los países latinoamericanos.
Son
menos obras pensadas para grandes escenarios, las obras casi se dan a nivel de
sobre-vivencia. Ya no con públicos o financiamientos para producir una obra de
arte, ahora se está dando la producción autogestiva, es decir obras sin un solo
peso. Sobre la relación entre arte y tecnología: es a partir del año 2004 que se
fomenta esta a nivel internacional. Se debe rescatar el proceso lineal-histórico entre la literatura
y el teatro; sin embargo lo real-realidad de lo que pasa en las obras es muy
diverso. No es posible traspolar como un proceso lineal-histórico la creación
de danza-conceptual de Europa, cuando acá –Latinoamérica- el contexto es muy
distinto y muy diverso; además de que es más fuerte la literatura del teatro y
el camino es otro. La danza-teatro existe en el imaginario popular y tiene su
lugar. Se considera qué pasa a nivel social que movilizan otras cosas.
JC- ¿Qué nuevos problemas o nuevas
tensiones presenta la danza contemporánea en la actualidad para ti?
LR-
Debe existir un nivel de responsabilidad y compromiso. Actualmente se vive una circunstancia de precariedad, por lo tanto hay
que: o hacer política directamente y comienzar a gestionar -que es
poco probable que esto dé frutos-; o pensar en una nueva forma de producir. Hay
que ser director autogestivo; no solamente en los recursos públicos –digamos del
Estado-, sino saber elegir con quienes trabajar, y trabajar juntos. En la
danza, esto no pasa mucho, parece que los bailarines van solamente a bailar y
el resto lo hace el que dirige. Traducción colectiva con responsabilidades
compartidas, no solamente en el interior de una obra o a nivel de la creación,
sino también a nivel producción y de gestión.
Si
se va a crear entre todos, cada uno debe aportar algo: trabajo creativo,
colaborativo, cooperativo; hacerlo en todos los campos, esto a nivel de
estructura. A nivel interno: pensar la dirección no como el espacio del
director; sino de confluencia, acuerdos, no acuerdos y desacuerdos (Horizontalidad
en la toma de decisiones). Nadie manda a nadie hacer nada. El sentido de una
obra es asumirlo conscientemente; no como el lugar del director, la obra misma
tiene sus demandas y sus exigencias y de alguna manera todos tenemos que
resguardar eso.
El
bailarín muchas veces cree director, sin expresar ni opinar. No es así, al bailar,
se está comunicando, está opinando, dando su mirada al mundo; es ingenuo no
asumirlo de esa manera. Y en ese sentido, parece que el campo de la acción del
gesto y del movimiento no tiene posición en el mundo, cuando sí lo tiene, sólo
que con otro medio no es el de la palabra.
Más
bien hay un desentendimiento en relación a la autoridad, que parece ser que la
autoridad siempre es la autoridad de la palabra. Pero la del intérprete es la
de la acción, el movimiento. La producción es demanda de la obra no del
director. No me veo como una coreógrafa, me interesa más la puesta en escena, las
lógicas que regulan la obra, las leyes que aparecen. Cada obra tiene mundo,
leyes y exigencias propias. Me interesa la relación entre los campos
(transversalidad) que la relación entre el cuerpo y el movimiento. Me interesa
la relación con la palabra. Literatura, artes
plásticas, cine, teatro, fotografía, video, animación. A partir de la fragmentación, crear
continuidades. Hay una relación entre sistemas y entre campos al interior de
una obra, porque no existen reglas generales. Cada obra necesita su propia ley.
No debe ser concebida como una técnica; en tanto es arte, es producción de
mundos.
JC- ¿Cómo creadora, que te interesa
trabajar actualmente?
LR-
Relaciones de colaboración, desaparición de las jerarquías, trabajos a la par. Relaciones
entre cuerpo y fiesta, carnaval. Me gusta pensar en una dramaturgia de la danza
no por teóricos sino directores; realmente fomentar la escritura de obras.
Para
la última obra se invirtió en artistas visuales, fotografía, happening y
performance de los 60s, videos y en filosofía. A partir del 2005 se integra la sociología;
la relación entre cuerpo social y cuerpo individual; relación entre clasicismo
y contemporaneidad; el cuerpo social y cuerpo común, y el cuerpo de la danza
como extraordinario. Relación entre lo habitual y lo ordinario, y lo extraordinario;
lo común y fuera de lo común; lo corriente y lo insólito; la calle y el
estudio; el bailarín o el intérprete considerado como persona, el ser persona
en el mundo. No dejar de lado las emociones, las afecciones, el contexto; sino
hacer que afecte, circule, y nos haga producir de modo específico.
Por
lo menos en este contexto donde pareciese que el cuerpo no tiene que ver con la
danza, ni con la experiencia del cuerpo a nivel erótico, de sensualidad; como
el lugar de existencia profundo el espacio metafísico, no solamente físico y
material, también espiritual.
Eso
es lo que me interesa de la relación de la danza con la literatura, el cine y
teatro, que no le tienen miedo a la identificación del público, a la
experiencia real, a la vida. En la danza hay un miedo que parece solo abstracción,
no toca a las personas. El trabajo de la
danza es casi de volverlos a ser personas; o crear nuevas personas, alguien que
no se es la vida; porque muchos entran en conflicto al ser personas dentro de
la escena; en el sentido de que te mueve, te afecta de modo que no te afectaría
en la vida, eres capaz de hacer cosas que no harías en la vida. En ese sentido
sí me interesa la representación; por qué no ser otro, todo lo que creo que
soy. Devenir algo que nunca seriamos.
Me
interesa ir al límite de las convenciones, de la naturaleza, y al mismo tiempo
de las construcciones. Construir cuerpos ficcionales y no cuerpos reales todo el
tiempo. No saber nada del otro te hace que esa persona sea lo que es en ese momento,
no te hace presuponer nada. Vas aceptando lo que el otro es a medida que
aparece. Es un espacio de libertad, que muchos en la vida no lo hacen. La danza,
en ese sentido me interesa porque está muy poco explotado, la desocializa, casi
le saca el cuerpo a la posibilidad de experiencia.
Algo que nunca atravesé como experiencia, como
se sentiría eso físicamente, o a través de las palabras. Crear esa imaginación para
ese cuerpo, y tener confianza en ella. Cuando leí El intruso de Nancy[2],
pude imaginar la experiencia de tener un trasplante de corazón, y recuerdo la sensación
física que me provocó. Pero asumir que es una construcción, que no es lo real.
Jeff Wall[3]
trabaja en la construcción de una realidad, re-naturaliza. Desnaturalizar para
volver a configurar de otro modo. El gesto como un emblema, construido; como detener
el mundo en un gesto pero entender que fue construido.
Lucía Russo. Directora (coreógrafa), intérprete, docente, gestora cultural.
http://luchiarusso.wordpress.com/
Josefina Camus.
Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica de la U. de Chile y egresada de
Danza de U. Arcis.
[1] El
Cuerpo y las Ciencias Sociales. Ramfis Ayús Reyes+ y Enrique Eroza Solana*
ECOSUR
[3] Jeff
Wall fotógrafo canadiense nacido en Vancouver (Canadá) en el año 1946. http://www.jeffwalls.com/