viernes, 25 de febrero de 2011

El mañana ocurre

Desde hace unos días habita en mi mente una imagen decadente, un tanto sombría... Tengo la sensación de ser observada y de ser yo quien observa, simultáneamente. El tiempo se vuelve aletargado y me encuentro en medio de una calle oscura en una noche de ecos y sombras. Las tonalidades parecen sepia, y las lámparas parpadeantes alumbran el siniestro acontecer. Desde este instante nebuloso, el silencio ha corrompido la trastornada realidad para mecer sobre una grieta el frio inherente; pero, comienzo a dudar de la existencia de este momento al estarlo imaginando, o recordando quizá; descifrando ilusiones pasajeras. Un estruendo sucedió y ha colmado las resonancias delirantes que emergen de raíces subterráneas; y hasta los gusanos se han vuelto pálidos en el vacío de una vida degradada. De pronto, una onda metafísica me hace recorrer esa calle trágica y desolada, y me observo desde lo alto como si permaneciera en el interior de una capsula entre la corriente efímera y el átomo, monitoreando mis pasos y la esencia de las rocas solitarias. Inmutables, permanecen las jirafas de radiaciones electromagnéticas mientras continúan manifestando y retrayendo su luminosidad; y advertida camino por el enigmático concreto que susurra al viento la posibilidad de la nada. Se escucha el crac que fractura los cimientos de un devastado transcurrir de siglos, y veo allá, en el alcantarillado, a un aborigen que parece estar atento al momento en que mi cautela sea quebrantada; pero me mantengo en el umbral edificando la energía y, recordando el verso de un poeta: "debajo de la vida no podrás morir".

(Continuara...)