Me detuve de
comprar un elote afuera del ICBC porque pensé: no, no traigo mucha feria. Para
evitar que el antojo creciera, aceleré el paso; luego retrocedí y decidí entrar
a la Biblioteca Benito Juárez en busca de algún folleto sobre lecturas infantiles.
Lo primero que veo al entrar es un poster con mi foto, era del evento en La
Casa del Túnel. Pregunto al muchacho si puedo tomar uno y me dice que sí; tomé
el poster tamaño tabloide y algunos pequeños. Posterior a esto decidí dar un
rol por el tianguis de artesanías; compré un lápiz con un grabado chino y seguí
caminando. Vi las opciones que había de aretes y me fui al último puesto, el
que me dio mejor vibra. Me doy cuenta de que todos exceden de mi presupuesto
para curios más el transporte a casa. Negocié (dicho popularmente: regateé) el
precio con los señores y logré que me hicieran descuento. Justo al dar la
vuelta se acerca a mí el señor del
puesto de libros, preguntando si el poster que llevaba conmigo decía “La
Casa del Tíbet” porque tenía consigo libros sobre budismo. Me acerco a su
puesto, me preguntan él y su acompañante -un psicólogo clínico-: ¿es usted poeta? Comenzamos a platicar y
me invitan a que venda mi próximo poemario en su puesto; a sus reuniones
diarias con los vendedores de los demás puestos. Me dice el psicólogo: “¿Miras a aquel morro de chamarra de Chicago
Bulls?, tiene una onda bien chacas; con él y aquí mi amigo con su misticismo,
armamos las reuniones”. Me insisten en que les diga uno de mis poemas y me
da pena, preferí buscar en mi mochila y encontré algunas copias arrugadas. Terminé
leyéndoles el primer poema del incipit
vita nova. El “místico” pregunta por mi signo zodiacal y atina a la segunda
vez: cáncer. Les obsequio las copias y me despido; no sin antes invitarlos al
taller de poesía. Para agradecer los poemas que les compartí, me regalaron una
vela aromática en forma piramidal. Sonreí. Al final, no me compré el elote,
pero obtuve un poster, un lápiz y unos aretes artesanales, una vela aromática,
y una agradable platica. Fin.
Los
sueños están hechos de puros sentidos, sólo de eso están hechos[1].
Pero los hechos serán determinados también por los sentidos La realidad es un espejo,
el mundo en tus pupilas. Abrir y cerrar el mundo.
Sobre la causalidad, se dice que no es una
relación real, sino una ficción de la mente o de los sentidos. Por otra parte, que el mundo es
determinado por la razón, y que está presente en un orden universal. Según una
de las leyes de la causalidad, causa y efecto están próximos en el espacio y en
el tiempo. Pero este último puede ser un invento de la razón o un momento de
los sueños. O puede ser el instante en el que se cruzan las fronteras del mundo
a través de las letras.
El sábado, 18
de febrero a la 7pm en La Casa del Túnel: Art Center
[1] Historias del desencanto –
Terminé el guión, del compilado musical Fonogramáticos Vol. 14. Historias del
desencanto es una película de fantasía dirigida por Alejandro Valle en México,
2005. Un limbo entre los siglos XX y XXI: el tiempo no transcurre y el mundo es
devastado por un hechizo conocido como el desencanto. En este contexto
fantástico, tres personajes se encuentran en los laberínticos recovecos de sus
sueños: Ainda, una artista con alas de murciélago; Diego, un artista del video
que resguarda la inocencia en su ombligo, y Ximena, una adolescente en pleno
despertar sexual y que posee dotes de bruja. Juntos viven una mística historia
de amor.