Intento de Alteridad. 15 de septiembre, 2010. Vaya experiencia la de salir a las calles con los intransigentes y su retórica y poética, con la voz como estandarte de lucha interna. La emoción vibrante por todo el cuerpo permanecerá en mi recuerdo y no se verá distorcionado por el carnaval, perdón, desfile de irracionalidad colectiva que presencié en Av. Revolución y atormentó mi placidez. No criticaré las petéticas celebraciones bicentenarias de mis adversos; que si se comercializa con la historia y el folckore mexicano, que si es un pretexto para embriagarse, una justificación para bandalizar, que si conocen o no la historia de México, que si son unos ignorantes o que si la apatía social es parte de un fenómeno sociocultural, que si la iglesia católica castiga a quienes no celebran, que si el conformismo está insertado en la psyque del mexicano, que si carecemos de identidad personal o que si la identidad colectiva es pura algarabía, que si somos como unos ciborgs con defecto de fábrica. Situándonos en nuestro espacio-tiempo, es inconcebible tan desmesurada fiesta que de "patriótica" (nunca lo fué) se convirtió en caótica, y pintarojearse la cara o ponerse el top de shakiras tricolores y enseñar el ombligo, o adquirir tu moustache para salir a gritar con más euforia por el alcohol que por el orgullo y/o sentimiento de ser mexicano, cuando actualmente nos gobierna un genocida que nos lleva sútil y arbitrariamente a una depresión. México, (como diría Mafalda) es un país IN THE PENDIENTE.
En Plaza Santa Cecilia, alrededor de las 9pm leí por primera vez en voz alta y con el corazón palpitante. Aquí comparto el poema que me evocó momentos, imágenes, impotencia, el fuego artificial del festejo sucedido por el fuego que se dispara a quemarropa.
Octavio PazAcabar con todo.
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